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.De modo que formamos una hilera, cosa nada sencilla avanzando contra las corrientes creadas por la imposibilidad física de la que éramos testigos.Los cuatro hombres del centro de la balsa, dos de los cuales estaban equipados con prismáticos, comenzaron a revisar las paredes de la represa.Estábamos ya a diez metros por debajo del nivel del agua, que ya se drenaba mucho más lentamente para permitirnos examinar cada milímetro de la represa desde las dos balsas.Era como estar en uno de los desfiladeros que había visto en las montañas de Océanus, un gran túnel oscuro con paredes alzándose a ambos lados por encima de nosotros e impidiendo el paso de la luz.Estábamos totalmente a oscuras casi desde el mismo instante en que iniciamos el descenso.Comprobé con satisfacción que aún no se había detectado ninguna grieta grave.Esperaba, de hecho, que no encontrase nada grave, ninguna excusa para retenernos allí durante otros seis meses o un año.La fecha final había parecido bastante cercana hasta la llegada de Amonis y su cautiva.El poder que Ravenna estaba canalizando era suficiente para que el hormigueo de mi cuerpo fuese casi una picazón, un malestar que no podía ignorar.¿Qué sucedería si el inquisidor se daba cuenta?, ¿Lo interpretaría como lo que en realidad era? Rogué que tan sólo pensase que me sentía tan infeliz con lo que hacía como cualquiera de los demás.―¿Se puede construir una contención para la presa a tanta profundidad? ―preguntó el inquisidor a Sevasteos, que estaba a unos diecisiete metros por debajo del parapeto.El arquitecto hizo un tenue gesto de negación con la cabeza.―Se necesitarían equipos submarinos adecuados: rayas marinas dotadas de sistemas de reparación, burbujas de construcción, trabajadores que sepan con exactitud qué es lo que están haciendo.Seria una larga tarea y nada sencillo conseguir todo eso y traerlo aquí.―El tiempo no tiene importancia, arquitecto ―indicó con agudeza el inquisidor―.Lo que interesa es qué daño se hará a la causa de Ranthas y a la preservación de la ortodoxia.Se te ha explicado repetidas veces lo importante que es la represa.Su majestad imperial valora su supervivencia tanto como su gracia el exarca.Si su mantenimiento requiere los elementos que has especificado, los obtendremos, del mismo modo que podremos conseguir un arquitecto lo bastante comprometido con su deber hacia Ranthas.―¿Me acusas de negligencia profesional? ―preguntó Sevasteos con los ojos ardientes de furia.―Tu determinación por asegurarte de que la represa quede en perfectas condiciones no me parece lo bastante fuerte.Se me informó de que te has opuesto a la decisión de solicitar ayuda.―Me parecía que inspeccionar los sectores inferiores de la presa sería mucho más complicado de lo que resultó ―argumentó Sevasteos―.No contemplé como solución la utilización de magos heréticos y poderes desconocidos.―Es preferible dejar tales soluciones en manos de los que saben contra qué se está combatiendo ―señaló Amonis con un destello en la mirada―.La escoria herética de cuyos servicios nos estamos valiendo brindará un bien al mundo al menos una vez en toda su miserable existencia.Al contrario que el resto de su gente, debo añadir.―No fui informado de que fueseis a comenzar una nueva purga ―dijo Sevasteos, cuyo tono de voz se había suavizado de pronto―.Después de todo, ya has estado en contacto con más herejes de los que jamás pensaste que hubiese en el Archipiélago.¿Cómo es posible que se te escapase alguno?―La herejía es siempre una amenaza ―dijo Amonis con vehemencia―.A pesar de los mejores esfuerzos de mi orden, aún existen quienes se sienten atraídos por los malvados designios heréticos e intentan de forma permanente conseguir ayuda exterior.Capturamos a la maga y a otros de su calaña alentando a varios disidentes, y los que hemos consultado nos han dado información valiosa.«Los que hemos consultado
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